La mayoria de los seres vivos,
unicelulares y pluricelulares, obtienen la energía necesaria para sus procesos
vitales a partir de la oxidación de biomoléculas orgánicas. Sin embargo, no
todos lo hacen de la misma manera.
En el caso más habitual, la
oxidación de los compuestos orgánicos se realiza de forma completa (aunque
gradualmente en diferentes pasos) hasta H2O y CO2. El
último aceptor de los electrones de la oxidación de materia orgánica es el O2
presente en la atmosfera (motivo por el que necesitamos respirar). A este
proceso se le llama Respiración celular aerobia, en
el que es imprescindible la participación de la mitocondria, a las que se les
suele denominar las centrales energéticas de las células (lugar donde se realiza
la mayor parte de la degradación de los compuestos orgánicos y donde se produce
la mayor parte de la energía).
Existe otro tipo de
organismos en los cuales el aceptor de los electrones de la degradación de la
materia orgánica no es el O2, sino otra molécula orgánica o
inorgánica (como el sulfato o nitrato). Los electrones son transferidos a estas
moléculas en una cadena de transporte de electrones análoga a la que se produce
en las mitocondrias de los organismos que realizan la respiración aerobia,
aunque no tiene lugar en las mitocondrias. Sin embargo, estos compuestos aceptores de los
electrones de la degradación de la materia orgánica poseen un potencial de
reducción menor que el del oxígeno, por lo que, partiendo de los mismos
substratos, obtienen menos rendimiento energético en su metabolismo. Estos
organismos realizan una Respiración celular anaeróbica.
Los organismos Fermentadores, determinadas bacterias y
hongos, son incapaces de realizar la degradación completa de la materia
orgánica hasta CO2 y H2O, por lo que realizan una
degradación incompleta en la que el aceptor final de los electrones es siempre
una molécula orgánica, obteniendo menos energía que en los casos en los que se
produce una cadena de transporte de electrones (respiración anaeróbica y aeróbica).
Los diferentes tipos de
células utilizan, en la mayoria de los casos, los glúcidos, lípidos y proteínas como combustible bioquímico.
Cuál de ellos utilizar no depende tanto de la cantidad de energía que produzca
su degradación como de la facilidad de su degradación y movilización
dependiendo de las condiciones de la célula.
La
glucosa es la principal fuente de energía para las células. Su degradación
comienza con la glucólisis, que pueden realizar todas las células, y los pasos
siguientes dependen del tipo de metabolismo que sea capaz de realizar la
célula. En el caso de no disponer de glucosa, las células son capaces de
utilizar otros monosacáridos, principalmente hexosas, previa conversión a
glucosa.
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